jueves, 30 de diciembre de 2010

|El Chillido del Conejo (¡¡No a la caza de animales!!)

Encontré una especie de cuento breve o relato muy interesante. Sólo me recuerda por 543543543 vez que los humanos somos mierda, bueno, no todos. Que nos encanta matar, nos encanta pisotear y pasar por encima de los seres que consideramos inferiores por el simple hecho de no tener "una inteligencia y razonamiento que el hombre tiene" Psé, claro. Supongo que entre más inteligente es el hombre, más peligroso y ruin es. O no, depende la estupidez de la persona, que parece ser infinita.



El Chillido del Conejo, por Mark F. Carr



Varias encinas magníficas se elevaban por detrás de la vieja cabaña. Papá, mi hermano Pete y yo estábamos en nuestra primera excursión de caza en la granja de mi abuelo en Michigan. Según papá, los conejos que habitaban en esos árboles eran particularmente veloces. Pete y yo caminábamos en la parte posterior de la cabaña sin hablar, ya que sabíamos que si los conejos nos oían, escaparían antes de que pudiéramos disparar.

Al llegar al borde de la cabaña, alisté mi escopeta de 20 un conejo salió como una flecha hacia las malezas del fondo. Nada en el mundo me podría haber distraído en ese momento, mientras mantenía al conejo dentro de mi campo visual, como papá me había enseñado. El animal se detuvo justo al comienzo de las malezas. Sabía que tenía que acercarme para dispararle así que me arrastré hacia él, pero antes de que pudiera acortar distancias, la caza terminó.

El tiro del rifle de papá resonó sobre mí al mismo tiempo que veía caer al conejo. Por el chillido del animal, supe que papá no lo había matado. El chillido era tan agudo e intenso que corrimos lugar donde el animal se retorcía de dolor. Papá se agachó y lo tomó de las patas traseras, lo apoyó en el piso, puso su pie sobre la cabeza del conejo y tiró. La sangre saltó de su cuerpo mientras su corazón intentaba un último esfuerzo. Aunque traté, no pude ocultar el horror que sentí. Papá lo habrá notado, porque lo que dijo reveló su propia necesidad de justificar esa acción delante de sus dos hijos. “Es la forma más rápida de sacarlo de su miseria”, comentó. —Mark F. Carr

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